La implantación de luces LED ha supuesto un gran cambio en el paradigma de la iluminación artificial. Esta tecnología LED ha mejorado tanto la eficiencia como la duración de las bombillas tradicionales, por lo que su uso se ha ampliado a diversos ámbitos.
Dentro de las posibilidades que ofrece la iluminación LED, una de las más importantes es su efecto positivo para el medio ambiente por razones directas e indirectas.
A continuación, vamos a analizar los factores por los que la iluminación por luces con tecnología LED es de carácter ecológico y clave para cuidar el medio ambiente.
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ToggleComponentes de fabricación
Los componentes que forman las luces LED son más seguros y ecológicos que los que conformaban las bombillas tradicionales.
Antiguamente, las bombillas contenían materiales como el mercurio y el tungsteno. Estos elementos, al ser desechados, dañan los suelos y el agua por donde fluyen. Además, son elementos perjudiciales para la salud, por lo que cuando se rompía una bombilla era más que conveniente abrir las ventanas para que los gases emitidos no se quedarán concentrados.
Contaminación lumínica
Otro de los problemas que surgía con la iluminación clásica es que no se podía regular, por lo que la contaminación lumínica empezó a ser un problema, especialmente en las grandes ciudades.
En la actualidad, la tecnología LED nos permite ajustar la intensidad del sistema de iluminación a niveles más naturales, evitando potencia excesiva y un mayor gasto energético.
Pero esta tecnología no solo queda reducida a las farolas de la ciudad. De hecho, ya aparecen opciones para el hogar que nos permiten controlar la luz, tanto en sus matices, como en su color.
Ahorro energético
En relación con el punto anterior, debemos recalcar que las luces con tecnología web nos permiten ahorrar en nuestro consumo de energía, lo que redunda en un menor precio de la factura de la luz.
Su consumo es un 80% menor que el de las bombillas tradicionales, y un 25% inferior a las luces de bajo consumo. Pero esto no quiere decir que alumbren menos; todo lo contrario. Al ser más eficientes, son capaces de generar un gran alumbramiento con un menor gasto energético.
Además, a esto se le puede añadir el uso de energía solar. Con una placa solar fotovoltaica, nuestro consumo puede reducirse casi hasta a 0.
En el caso de las iluminación en las calles, la implantación de una placa solar en la farola consigue que ésta genere luz de forma autosuficiente.
Resistencia
Las luces LED cuentan con una mayor vida, y pueden funcionar en diferentes entornos.
Están hechas de policarbonato, lo que hace improbable una posible rotura, en contraste con las bombillas clásicas que suelen estar hechas de plástico.
Las luces LED tienen una vida útil que oscila entre las 35.000 y las 50.000 horas. Estos tiempos son muy superiores al resto de las posibilidades de iluminación del pasado. Las bombillas tradicionales solían tener 1.000 horas de vida útil, mientras que las halógenas podían llegar a las 3.000 horas. Incluso superan (y por mucho) a las bombillas de bajo consumo, que llegan hasta las 15.000 horas de vida útil.
Además, su funcionamiento está garantizado en temperaturas de entre -20 y 60 grados, por lo que podemos usarlas en diferentes contextos.